Es una noche lluviosa. Has llegado hace unos minutos a la puerta de un hotel de carretera y estás comenzando a empaparte. Estás tremendamente agradecido por haber encontrado un hotel al fin. En vista de lo desierto que estaba el camino hasta aqui, no parecía que fueras a encontrar jamás ninguno. Un primer vistazo te sirve para darte cuenta de que no has ido a parar al hotel mas lujoso. Hay alguna telaraña, polvo encima de las butacas de la entrada, pero al menos parece habitable. Te acercas con la calma a recepción y presionas el timbre. Te ha costado hacer que suene el timbre, parece que no funciona del todo bie